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  Cumplir las obligaciones para reclamar los derechos.

Arsenio Gutiérrez arsenio@viajarenautocaravana.com
diciembre 2006
 

España es un país en el que es posible practicar el turismo en libertad a bordo de una autocaravana con relativa comodidad.

La falta de estructuras y las dificultades que podamos percibir son la consecuencia de una cultura. La futura evolución de esa cultura dependerá principalmente de nuestra actitud.

La creación de una infraestructura que nos dote de espacios de estacionamiento y puntos para el vaciado y llenado de depósitos dependera de la demanda y de nuestra capacidad para rentabilizar las inversiones desde un punto de vista económico y social..

El conocimiento de nuestra actividad y la cultura autocaravanista en general es escasa y está mediada por diferentes factores. Estas circunstancias influyen en el rechazo que un sector de la administración y de la sociedad manifiestan con su actitud hacia el turismo en libertad.

Uno de los factores que está originado el rechazo, es confundir el turismo en libertad a bordo de una autocaravna con la presencia de ciudadanos que, utilizando diferentes medios como turismos y furgones de mercancías, pernoctan o acampan de cualquier manera. Estos ciudadanos que en su mayoría carecen de visión de grupo, están dando una imagen que no tiene nada que ver con la práctica resposable del autocaravanismo.

También influye en la sociedad los abusos que se cometen en zonas de la costa con la práctica de acampada salvaje en la que participan también ciudadanos a bordo de autocaravanas tanto españoles como extranjeros.

La presencia de colectivos nómadas nacionales, comunitarios y extracomunitarios que no disponen de infraestructuras propias que como en Francia, por ejemplo, es otro factor que contribuye a crear confusión.



Sin embargo es necesario asignar el grado de responsabilidad que corresponde a cada estamento. No podemos cuestionar situaciones sociales de colectivos nómadas. Tampoco podemos debatir el derecho de los ciudadanos a decidir qué recursos utilizan para ocupar su tiempo de ocio en contacto con la naturaleza, dentro de las normas generales de protección del medio ambiente y respeto a la propiedad pública y privada.

Es realmente desalentador comprobar como las fuerzas de seguridad consienten auténticas situaciones de acampada a los turismo y furgones que con desprecio a cualquier norma civilizada de convivencia abusan del espacio público, mientras se reprimen situaciones de estacionamiento legales con una autocaravana por el solo hecho de ser un vehículo vivienda.

Nos debe preocupar, como colectivo, el abuso de los usuarios de autocaravanas extranjeros que hacen en nuestro país lo que ven hacer a los locales o lo que es habitual en sus propios países pero que en el nuestro no está permitido.

Nos debe preocupar también los abusos que cometen nuestros compañeros españoles, de forma culpable, inocente o inconsciente, pero dañando nuestra imagen, creando polución visual y creando rechazo entre los ciudadanos que nos acogen.

Entre estos compañeros, extranjeros y españoles, tenemos el deber de actuar para mejorar nuestra imagen y evitar el rechazo. A los extranjeros explicándoles que en España tenemos leyes que protegen el derecho a estacionar en la misma medida que sus países, pero que está prohibida, como en sus lugares de origen, la acampada.

Entre los compañeros españoles, en primer lugar, debemos predicar con el ejemplo, en segundo lugar con la enseñanza de normas de buena práctica que sirvan para prestigiar al colectivo. Persuadiendo pero no imponiendo, convenciendo y argumentando antes que crispando, humillando o avergonzando.

Esta es la labor que podemos hacer cada uno de nosotros para mejorar la imagen colectiva, pero nuestro compromiso termina ahí, hay otras entidades que tienen una mayor cuota en el reparto de responsabilidad de las situaciones incontroladas que se producen en algunas localidades costeras.



La principal responsabilidad corresponde al abandono o a la negligencia a la hora de reprimir los abusos cometidos por toda clase de usuarios en playas o en zonas de recreo de los parque naturales.

Porque lo cuestionable es la actitud de las personas. Las autoridades tienen herramientas legales para reprimir el abandono de residuos y polución sonora o visual; la ocupación abusiva de espacio público por carpas, toldos y mobiliario de todo tipo en las playas o zonas de recreo por usuarios a bordo de cualquier vehículo.

Estas mismas autoridades permisivas o negligentes que por falta de medios o de interés dejan de reprimir las actitudes incívicas, son las que emprenden cruzadas contra los autocaravanistas sin tener en cuenta de si son respetuosos o no con las normas y la protección medioambiental.

A veces estas situaciones se producen por la presión del sector de camping en busca de incrementar su cuenta de resultados reclamendo el proteccionismo de sus negocios anacrónico y fuera de lugar en un estado libre que, nos guste o no, en lo relativo al consume se rige por la ley de la oferta y la demanda dentro de unas normas legales.

Dentro de esas normas legales no existe ninguna que obligue a un vehículo estacionado en cuyo interior se pernocte, a acudir necesariamente a un camping. Esto llevaría al absurdo de exigir lo mismo a los camiones, vehículos acondicionados para pernoctar, o a los propios coches y furgones que con un colchón en el interior acogen a muchos ciudadanos durante la noche en zonas turísticas.

No nos vale decir que el pernoctar a bordo de una autocaravana es un hecho turístico porque la ley no castiga la intencionalidad. Regula hechos y el hecho es que en el interior de un vehículo estacionado se puede realizar cualquier activad legal puesto que es un área privada. El hecho que se puede juzgar es si es legal o no la ocupación del espacio de la vía pública por un vehículo sometido a las leyes de tráfico.

Los usuarios de una autocaravana viajamos en un vehículo que dispone de todas las comodidades y de una autonomía relativa. Nos parece absurdo tener que pagar lo mismo que el usuario vacacional de un camping únicamente por posar los neumáticos en una pequeña plaza para pasar la noche en un lugar tranquilo.

Además, es nuestro principal y, generalmente, único medio de desplazamiento para aproximarnos al lugar que deseamos visitar. Los camping quedan lejos de nuestros destinos y están habitualmente cerrados entre los meses de Octubre y Abril, fechas que utilizamos muchos autocaravanistas españoles y extranjeros para desplazarnos.

En un estado democrático no es posible limitar los derechos individuales para reprimir un problema general. Los usuarios de autocaravanas tienen derecho a ocupar un espacio público para estacionar sus vehículos de acuerdo con las normas establecidas, respetando sus obligaciones, y ninguna corporación local está respaldada legalmente para limitar ese derecho aunque haya otros usuarios que abusen precisamente de su propia negligencia.



Las obligaciones que los usuarios de autocaravanas tenemos con respecto a las normas, entre otras, son:

Estacionar en los lugares autorizados a vehículos de su misma categoría y MMA.
No desplegar elementos propios que desborden el perímetro de nuestros vehículos.
No permanecer mas tiempo que el autorizado en las plazas de estacionamiento.
Recoger nuestros propios residuos y depositarlos en lugares adecuados.
No verter fluidos a la vía pública procedentes del habitáculo.

Estas son las obligaciones formales, sin embargo, dadas las características de nuestro vehículos y la actividad de recreo, algunos autocaravanistas comprometidos con el colectivo podemos tomar otras actitudes que van mas allá de las obligaciones y que contribuyen a mejorar nuestra imagen:

Evitar las aglomeraciones.
Evitar abusar del tiempo de ocupación de las plazas de estacionamiento.
Evitar en lo posible disminuir la visibilidad de negocios o vivienda.
Buscar el acuerdo con los vecinos o autoridades al estacionar.
Conversar con los vecinos.
Realizar nuestras compras en el comercio local.
Procurar ocupar el espacio mínimo necesario de estacionamiento.

Si cumplimos con estas obligaciones tendremos fuerza moral para reclamar nuestros derechos. Una reclamación cívica pero firme que se deriva del convencimiento íntimo de que los tenemos porque respetamos nuestras obligaciones.

Además contribuiremos poco a poco a que nuestra imagen sea valorada por la sociedad que es la que va a permitir que podamos practicar con comodidad nuestra actividad.





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